martes, 1 de junio de 2010

“Más fácil es que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios” (Marcos 10, 25)





Entre los componentes inmateriales que adornan al ser humano, encontramos (aunque no en todos, ni en las mismas proporciones) inteligencia, raciocinio, sentimientos, carácter, voluntad, sensibilidad y espiritualidad, que otros llaman religiosidad. La combinación de todos ellos, y de otros que faltan, permite una diversidad de personas y de relaciones entre ellas.

En un país aconfesional como el nuestro, llama la atención el empuje que experimenta en estos días de Semana Santa la participación más o menos pomposa en las procesiones de nuestros pueblos. Sobre todo, en los varones que habitualmente no frecuentan las iglesias (salvo en bodas y funerales), y menos el sacramento de la Comunión, y se ponen a encabezar con mantos, abrigos, capas o capotes los pasos procesionales. Es una contradicción evidente. Salvo que el fin de hacer ostentación de su presencia no tenga propósitos piadosos ni religiosos, sino de otra índole: dejarse ver, hacerse notar, aparecer en lugares que les corresponde por no se sabe qué tradición… Por ello, como sería reprobable alardear de francachelas en estas fechas señaladas, algunos quedan el viernes anterior al Domingo de Ramos, para pegarse una “comilona padre”, y salvar, fuera del foco, la conciencia ante los demás.

El caso de las mujeres es menos fingido, pues en ellas, en las que aparecen portando los pasos o junto a éstos, la religión y la práctica religiosa son más habituales en sus domingos, e incluso en sus diarios.

Esta reflexión va dedicada a las personas que, con religiosidad más profunda y menos aparentosa, observan que ni el impostado carácter turístico de las procesiones, ni la participación de gente pretendidamente “de bien”, hacen que la religión se quede donde, en pleno siglo XXI, debería estar: en la intimidad de cada uno, al margen de exhibiciones sociales y casi políticas que apartan a los jóvenes y a personas con dos dedos de frente. Y ello lo dicen hombres de fe, como Pedro Miguel Lamet en http://blogs.21rs.es/lamet/ , o E Tamayo, o artículos profanos como http://blogs.publico.es/politica/173/la-fe-de-sevilla-es-poco-de-fiar o   http://www.publico.es/304027/semana/santa/misa en el diario Público.

Visitante habitual

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario.