miércoles, 9 de junio de 2010

Ledanías debe sobrevivir a sus gestores


La Naturaleza ha engendrado el derecho de comunidad,
y la usurpación ha hecho, más tarde, la propiedad
San Ambrosio

Por severo que sea un padre juzgando a su hijo,
nunca se es tan severo como un hijo juzgando a un padre
Enrique Jardiel Poncela

La Junta de Ledanías es una entidad secular que en los últimos años está sufriendo la gestión de unos representantes municipales que, en su concepción de la misma, dejan mucho que desear. Ya no es que los que han de velar por mantener el territorio y legarlo a las generaciones próximas se hayan dejado embadurnar por la patina de unas expropiaciones que han modificado sustancialmente el paisaje de los habitantes de esta tierra, es que, según cuentan los que asisten a las sesiones públicas de la Junta de Ledanías, han perdido, con la falta de respeto personal, el respeto a los vecinos pasados, a los presentes, a los futuros y la propia singularidad jurídica e histórica de la institución.
Como los más viejos del lugar, asistimos atónitos a la voluntad de desmembrar terrenos y parcelas, a la ambición por menoscabar los usos y alcances de los hermanos de Ledanías por la incapacidad o por la ineficacia de los que ahora, en los últimos años, que suponen apenas una breve manchita en el tiempo secular de existencia de la Junta de Ledanías, se dejan guiar por representantes políticos que habitan fuera de estas tierras serranas y que en poco estiman el tesoro material e inmaterial de esta entidad jurídica.
La caza, los aprovechamientos de leñas, los pastos, pero también las posibilidades de impulso que permiten la legislación del siglo XXI se subordinan a aquellos que no tienen otro interés que desvalijar, aquí y ahora, lo que hemos recibido en herencia de los que nos han precedido como habitantes de estas tierras. Que la tristeza no paralice la capacidad de reacción de las gentes con sentido común y entereza.
Jirafales


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